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lunes, 9 de diciembre de 2013

Catorcenal 123: Gustavo García a.k.a. "Mi universo en minúsculas".


Por. Mantener vivos los sueños, evitar que se vuelvan biografía...

“Uno nunca debe ver una película sólo porque si”. Así comenzaba sus cursos de Sociología del Cine el recientemente fallecido, Gustavo García. Profesor universitario, formador de numerosas generaciones, crítico de cine y humanista invaluable. Casi tenemos la certeza de que todos nuestros recuerdos con respecto a él, tienen que ver con el Cine. Ese arte total que conjuga a todas las demás y que Gustavo García se permitía diseccionar en numerosos espacios mediáticos: Canal 11, Canal 22, Radio Educación, Radio Red, entre otros; de eso conminaba a participar, de ahí nuestros primeros ejercicios de reseña “crítica” sobre los estrenos cinematográficos que ocurrían en un semestre.

Al final, las personas se van, pero sus obras quedan. Y aquí es donde aparece “Mi universo en minúsculas” (México, 2011). Ópera prima de Hatuey Viveros, egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), película que presenta la historia de Aina, joven catalana que viene a buscar a su padre en la Ciudad de México; sólo que la única referencia con la que cuenta es una fotografía de hace 25 años que en la parte de atrás tiene escrita la frase “nuestra casa en el número 37 de la calle Juárez”.

En su búsqueda, la protagonista conduce a un viaje introspectivo para explorar nuestra relación con esta Ciudad desde algunos de sus lugares más complejos, el paradero del metro Pantitlán –por decir lo menos-, también nos lleva a “las ciudades dormitorio” en la periferia del Valle de México, varios y muy diferentes números 37 en las distintas y cuantiosas calles “Juárez”.

“Si a usted le interesa tanto el Cine, acuda a festivales, ahí circula mucho material valioso que no se vuelve a exhibir en ninguna otra parte”, una recomendación que en alguna ocasión nos hizo el profesor García, impulsados por ella, pero también por la vida, acudimos al Festival Internacional de Cine de Guadalajara, luego al de Morelia, más tarde al de Oaxaca, y así, hasta llegar al Riviera Maya Film Fest. Sólo para comprobar que lo que decía el profesor era cierto, pero no bastó con eso, hubo necesidad de involucrarnos en LOS PROCESOS CREATIVOS, “hacer migas” con directores, actrices, productoras, músicos, y en lo que corresponde a este espacio de reflexión casi quincenal, la organización de cine-debates, movidos por las enseñanzas de quien falleciera el pasado siete de noviembre.

A profesores como Gustavo García debemos la  mirada inquisitiva, pero también esperanzadora que considera al Cine, particularmente al producido en México, como su objeto de estudio. “Además de ser un investigador analítico y profundo conocedor del quehacer cinematográfico, nunca dejó a un lado la sonrisa ni el humor, también había en él el convencimiento de que ‘la última gran forma de transgresión es la carcajada’, de ahí su gusto por la comedia en el cine y la vida cotidiana”, recordó Jorge Sánchez, actual director del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), al presentar el homenaje que le rindió el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), el pasado 25 de noviembre en la Cineteca Nacional.

Convencidos de este legado es que nos comprometimos a compartir sus enseñanzas con los más jóvenes. Así lo sostuvimos en el homenaje celebrado un día después en su alma máter, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, en que después de proyectar “Mi universo en minúsculas”, dimos paso al ejercicio intelectual mediante la reflexión y discusión sobre los distintos relatos alrededor de la película, como solía hacer el profesor en clase.

Si efectivamente, “la vida está hecha de pequeños detalles que dicen mucho”, el homenaje póstumo permitió visualizar el cúmulo de posibilidades que se abren ahora que el maestro Gustavo García ya no está físicamente, porque como dice la mejor de nuestras cumbias: “él no ha muerto y no morirá, sólo la naturaleza (compañera de la realidad), lo cambia de lugar…”


Templanza

Salir al mundo real, confrontarse con todo eso que la sociedad considera “importante”. Atravesar el pantano sin mancharse, salir avante, casi ileso, remontar el vuelo y contraatacar. 

Hacer lo mismo todo el tiempo y cada vez mejor. Ser constantes, incisivos, perspicaces y polémicos. 

Ser…

Porque ese “te amo”, fue un “hasta luego”, no un “adiós”.


Diciembre en Metepec, Estado de México.



viernes, 22 de noviembre de 2013

Catorcenal 122: Periodismo en México


Por. Melodía que no se va...

Para “el amor que no se atreve a decir su nombre”:
Porque ocurre una vez y nunca más vuelve a ser lo que fue… ¡nunca!


Hacer periodismo en México, insistir en un ejercicio profesional considerado cada vez más peligroso dentro y fuera del país. Más aún, prepararnos y capacitarnos para la “ventana infernal” que se nos está viniendo encima. Eso se intentó hacer durante el II Encuentro Nacional de Periodistas, celebrado los días 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre en el Salón Digna Ochoa de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.

Hasta ese lugar llegaron más de 150 colegas, procedentes de distintas entidades federativas: Nuevo León, Quintana Roo, Michoacán, Morelos, Tamaulipas, Chihuahua, Hidalgo, Durango, Veracruz, Estado de México, Baja California, Oaxaca, Jalisco, Chiapas, Puebla y Nayarit, en orden de aparición y convivencia. Todas y todos con una consigna: “El compromiso social de las y los periodistas en un entorno de violencia”.

Los temas fueron muchos y sumamente complejos: Legislaciones que protejan y garanticen la labor informativa, mecanismos de apoyo ante las agresiones y la violencia, si por parte del crimen organizado, pero también y sobre todo, de caciques locales coludidos con autoridades municipales y/o estatales. La perspectiva de género como condición sine quanon para ejercer un periodismo integral e independiente, que sirva a la ciudadanía. Seguridad digital, libertad de expresión y redes virtuales; profesionalización mediante Colegios, conformación de organizaciones gremiales y demanda de políticas públicas, entre otros aspectos.

Todo con el interés de intercambiar conocimientos y experiencias sobre las respuestas que dan las autoridades, organizaciones civiles y profesionales a las agresiones en contra del gremio periodístico. Y así conseguir coberturas seguras, construyendo redes e intercambiando estrategias.

Pero esto sirve de poco o nada, mientras la sociedad no termine de entender que con desplazamientos, exilios y asesinatos de periodistas, se afecta a la sociedad en su conjunto. Le aniquilan su derecho a saber, le asesinan a sus mensajeras e interlocutores y la sociedad además de indolente e indiferente, raya en lo cómplice. “Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”, decía Martin Luther King y no es por intrigar, pero en este tema la sociedad mexicana ha dicho –y sabe- muy poco, por no decir nada. 

A reserva de lo que publicaremos en la revista Zócalo como una especie de balance, sobra decir que la situación por la que atraviesa el país en materia de libertad de expresión es demasiado crítica. Tan sólo en el primer año de la administración federal actual se han documentado 181 agresiones a diferentes medios y en contra de profesionales de la información. Si a esto agregamos que la mayoría de las agresiones provienen de instancias que en teoría tendrían que velar por la protección de las y los periodistas, la situación se torna alarmante.

Hablamos de un ejercicio periodístico que no pretende riqueza ni poder, sólo busca consolidar una vocación de servicio público, informar para aportar elementos y contribuir así a la deliberación y el debate públicos; documentar los abusos, y al mismo tiempo coadyuvar en la búsqueda –y en el mejor de los casos-, la obtención de justicia. Esto útlimo como un anhelo que permite entender al periodismo crítico, ejercido con ética, como un lujo, un riesgo; pero sobre todo, como una NECESIDAD SOCIAL, para que todos y cada uno de nosotros podamos estar bien informados.

No hay que olvidar que “ignorar la peste no es acabarla y dejar de contar los muertos no es parar la masacre”. Además de que ignorar, incluso, participar de las agresiones en contra de las y los periodistas, NO es combatir la impunidad.  

Al maestro con cariño…

El martes 26 de noviembre, participaremos del Cine-Debate en Homenaje a Gustavo García, crítico de cine, profesor universitario (recientemente fallecido) y quien fuera formador de numerosas generaciones, tanto en la Universidad Nacional, como en la Autónoma Metropolitana.

Se proyectará la película “Mi universo en minúsculas”, ópera prima de Hatuey Viveros (CCC) y contaremos con los comentarios del profesor Federico Dávalos Orozco, sobre la relación: Gustavo García, el Cine y la Ciudad. Nos vemos en la sala Lucio Mendieta y Núñez de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, en punto de las 13 horas… ¡cáigale!