jueves, 27 de julio de 2017

Catorcenal 168: Transición

Por. Antes muertos que dejar de soñar…


Para Juan Guillermo Figueroa; lector asiduo de esta reflexiones… por todo este tiempo.


Hace poco más de un mes que volvimos de Europa con nuestros amigos: Alex Gutiérrez y Amurabi Méndez; compañeros de viaje en este “tren de la alegría” que aún llamamos vida. Siete ciudades distintas recorridas en una exhaustiva pero inolvidable travesía que incluyó Toronto, Ámsterdam, Milán, Barcelona, París, Londres y Berlín.

Mientras la realizábamos, pensamos todo el tiempo en el poema que versa: “Voy a guardar intacto el recuerdo de este instante; porque todo lo que existe ahora, nunca más volverá a ser igual”. ¿Conclusión? Aprendimos a reírnos de nosotros y de nuestras vidas… en más de un idioma.

También, hace poco más de un mes que entramos en un proceso que denominamos: “transición intelectual”. Puede que lleve más tiempo, lo cierto es que nunca antes –en los nueve años que lleva publicándose esta columna- habíamos tenido un receso tan prolongado. ¿Acaso fue esto una vacación? No, insistimos en que se trató de lo más parecido a una transición que pudimos experimentar. Los diccionarios se refieren a la misma como el cambio de un estado a otro, una fase intermedia o periodo de transición que puede ser lento o brusco… el paso progresivo de una idea o un razonamiento a otro.

Valga lo anterior para afirmar también que ésta es quizá una de las entregas que se hayan escrito con más determinación. Atendiendo a ésta, por la resolución que conlleva retomar y continuar este “espacio de reflexión casi quincenal” y así, proponer un ejercicio de introspección que permita respondernos: ¿quiénes somos ahora y para dónde vamos? Introspección para adentrarnos en el “cómo fue que llegamos hasta donde estamos cada quien”. Todo para orientar y ganar certeza respecto al cambio de rumbo que experimentamos y en qué momento es preciso afrontarlo.

“Para recibir hay que soltar”, sentencia una máxima que inventamos cuando “salimos” del lugar donde surgió este esfuerzo hace casi 10 años, la torre de radiodifusoras del Instituto Mexicano de la Radio (IMER) en el año 2008. La convertimos en mantra tras nuestra salida de revista Zócalo a mediados de 2013 y en todo este tiempo, a veces con burlas, sorna o mofa -por parte de quienes consideran que las cosas no se deben hacer así-, hemos mantenido este espacio autogestivo y, hasta cierto punto, independiente; como una respuesta hábil y comprometida ante los tiempos oscuros que nos ha tocado presenciar y –en la medida de nuestras posibilidades- documentar. Nuestra respuesta y apuesta para que lo que traiga la vida sea siempre mejor.

Se puede y se debe seguir adelante, por quienes estuvieron, por quienes están y por quienes llegarán a acompañarnos en este trayecto. No, no compartimos la idea de considerar al tiempo invertido en otras cosas (organización de actividades culturales: conversatorios, cine-debates, clínicas de periodismo, talleres y charlas sobre masculinidades, entre varias otras) como “tiempo perdido”. Por ello evocamos lo acontecido en estos poco más de 10 años de “periodismo comunitario”, como definimos al ejercicio profesional que hemos venido desarrollando y que decidimos emprender desde el complicado año 2006.

Así, reiteramos nuestra vocación académica sin descuidar las cuestiones prácticas, para que lo que está por iniciar sea doblemente maravilloso; en especial para todas y cada una de las personas que han tenido oportunidad de leer alguna o varias de estas 168 entregas. Para ustedes nuestra eterna gratitud, que como dijo el fallecido poeta, José Emilio Pacheco: “… se calla, pero nunca alcanzará su término”. 

Seguimos…





viernes, 28 de abril de 2017

Catorcenal 167: Agencia Dinamita

Por. Esfuerzo y Compromiso.

Para Montserrat Núñez: Por los años recientes…


Cuando conocimos a Juan Pablo Proal hace cuatro o cinco años más o menos, fungía como editor web del semanario Proceso. Para ese entonces, ya había publicado un par de libros: “Voy a morir, la biografía de José Cruz, fundador de Real de Catorce” (Lectorum, 2013) y “Vivir en el cuerpo equivocado” (UANL, 2013). Este último reportaje inspiró la investigación que estamos desarrollando actualmente sobre “representaciones de la transexualidad (masculina)”.

Además había publicado un artículo: “La generación Zoé”, que después se convertiría en “referencia obligada” para abordar la aparente decadencia del rock hecho en México, el creciente y desmedido consumismo y la boyante  actitud mercadológica por parte de quienes están involucrados en el Festival Vive Latino (léase OCESA y Televisa, por decir lo menos).

De entonces a la fecha, hemos construido una relación de amistad-hermandad que deriva en ser cronistas y testigos del crecimiento profesional que ha experimentado nuestro insigne amigo. Hace unos meses, muy decidido, nos comunicó su decisión de “volar del nido”. Se separó del medio que le acogió por varios años y decidió emprender su propio proyecto empresarial: Agencia Dinamita, enfocada al marketing digital.

En ese contexto, acudió al conversatorio que organizamos en septiembre pasado y formó parte del nutrido grupo de “Treintones” (#14Nal 159). Ahí compartió y defendió sus puntos de vista respecto a por qué vale la pena emprender –en la segunda década del siglo XXI-, el sentido que tiene, qué fue lo que le impulsó a seguir su vida de otro modo y, hasta cierto punto… manejarse de otra forma en este planeta.

De modo que, lo que algunas personas pudimos presenciar durante la charla “El arma secreta para detonar tu negocio” (Marzo, 2017), fue un atisbo contundente con respecto a dónde tenemos que dirigir nuestros pasos. Proal no hablaba solo, se hizo acompañar de dos tocayos más: Juan Pablo Ramos (director de Cletofilia) y Juan Pablo Carrillo (editor de Pijama Surf). Los tres reflexionaron en torno a la importancia de generar contenido ORIGINAL, fortalecer la interacción “en vivo y en directo”, estrechar vínculos y apostar (cada quien a su manera) por un sin fin de estrategias para construir comunidad.

Hasta cierto punto, eso es lo que ha venido sucediendo con este espacio de reflexión casi quincenal y con el periodista, escritor y empresario… al que hoy dedicamos este espacio.



MasculinidadES II

¿A qué nos referimos cuando decimos que la masculinidad es aprendida? ¿En qué momento y a partir de qué elementos fuimos conscientes de que somos hombres? ¿Qué estamos dispuestos a hacer o dejar de hacer, para deconstruirnos como “hombres heteropatriarcalizados” y atrevernos a vivir nuestras diferentes maneras de ser hombres?

Todas son preguntas sobre las que dialogaremos en conjunto y por segunda ocasión, el próximo jueves 11 de mayo en la librería Jaime García Terrés de la UNAM. Ahí sostendremos otro diálogo (interno y externo) con el académico del Colegio de México, Juan Guillermo Figueroa y la doctora Alejandra Salguero Velázquez, profesora-investigadora de la FES-Iztacala.

Esta vez, la cita es a las 17 horas. La entrada, como siempre, será libre como el viento… ahí nos vemos.




martes, 21 de marzo de 2017

Catorcenal 166: “O”


Por. Nueve años después…


Para la maestra Susana Giovannini y la cantante Rita Guerrero:
En sus aniversarios luctuosos…


Parafraseamos a Ali Gua Gua: ¿Puede el circo salvar al mundo? La pregunta nos vino a la mente mientras presenciábamos el ensayo general de “O”. Puesta en escena (mezcla de teatro y clown) que se presenta en El Albergue del Arte (Alberto Zamora número 32, Centro de Coyoacán) hasta el 29 de abril.

"No me enseñaron a temer. Sólo me enseñaron a soñar. A soñar con la fuerza de un domador, con la valentía de un acróbata, con la astucia de los magos, con la rapidez de los caballos, con la compasión de la carpa. No me enseñaron a temer, sólo me enseñaron a soñar…"

Lo anterior lo repite varias veces una niña cirquera luego de quedar huérfana a consecuencia de la guerra, misma que arrasa con la compañía de la cual formaba parte. “O” aparece como un espectáculo que enarbola lo bello del arte (en este caso, el circo) para enfrentar el horror de lo bélico: Aferrándose a lo que hubo antes aunque ya no exista más, evocando los momentos más significativos que se hayan vivido hasta el momento, apelando a la filosofía que entiende a la nariz del payaso como la mejor de las máscaras: La que menos oculta y la que más revela; para obtener las armas necesarias que nos permitan sobrevivir. Inspirados en el movimiento de una carreta que recuerda la condición de transhumancia. Misma que hasta hace algún tiempo les permitía a quienes viven por y para el circo, cambiar su lugar de residencia constantemente, estableciéndose por poco tiempo en determinado sitio –como también solían hacer los gitanos-.

Mientras transcurre la puesta en escena, se recuerda el aroma a palomitas de maíz, los globos, las taquillas con sus luces y los animales –que hasta hace unos años formaban parte de los actos circenses-. En su tesis para obtener la licenciatura en Comunicación. “El circo mexicano: Recuento de una tradición” (2005), Claudia Loera escribió:

“El circo puede ser considerado un arte. Se entiende así cuando construye una creación que le demuestra al público, a través de la disciplina física, algo bello, que causa una sensación estática en el espectador (…) El circo, además, puede ser para algunos de sus integrantes una metáfora de la vida. El alambrista nos enseña a mantener el equilibrio para no caer al vacío. A través del juego de los objetos, el malabarista nos muestra cómo jugar con los problemas que nos plantea la vida, así también, el domador nos anima a enfrentarnos al enemigo, a ese que siempre es superior y debemos dominar. Cada disciplina circense es vista como una metáfora de la vida, pero existe una dentro de todas que encarna el sueño que siempre ha tenido la humanidad, esa es la del trapecista y el deseo de antaño, es poder volar”.

A decir del escritor estadunidense, Joseph Campbell: “Todas las cosas cambian; nada muere, el espíritu ambula de aquí para allá, y ocupa el marco que le place… porque aquello que una vez existió ya no es y lo que no era ha llegado a ser. Así, el enorme círculo de movimiento ha girado una vez más”.

Reconocida con el Premio de la Juventud (CdMx 2016), la compañía “Idiotas Teatro” se ha dedicado desde 2009 a la creación  de espectáculos cuya propuesta es retomar la actuación como eje creativo a partir de la experimentación de la técnica de clown, principalmente. “O” aparece ante nuestros ojos como uno de los muchos círculos que nos toca presenciar y, en el mejor de los casos… cerrar.



MasculinidadES

¿A qué nos referimos cuando decimos que la masculinidad es aprendida? ¿En qué momento y a partir de qué elementos fuimos conscientes de que somos hombres? ¿Qué estamos dispuestos a hacer o dejar de hacer, para deconstruirnos como “hombres heteropatriarcalizados” y atrevernos a vivir nuestras diferentes maneras de ser hombres?

Todas son preguntas sobre las que dialogaremos en conjunto el próximo jueves 23 de marzo (mes de reconciliación) en la librería Jaime García Terrés de la UNAM. Ahí sostendremos un diálogo (interno y externo) con el académico del Colegio de México: Juan Guillermo Figueroa.

La cita es a las 18 horas, la entrada es libre como el viento, la salida… ya veremos.