Por. La promesa de un nuevo comienzo...
Para
“el amor que no se atreve a decir su nombre”:
Aunque
yo esté lejos, cuidaré de cerca… tus pasos.
A la Maestra Susana Rita Becerra Giovannini la conocimos hace poco más de 10
años, durante el primer semestre de la licenciatura en Ciencias de la
Comunicación, en la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ella,
una superviviente a la dictadura argentina de los años 70, impartía la clase “Estado,
sistema, poder político y comunicación”; todos esos conceptos desde la
perspectiva del materialismo histórico-dialéctico.
Por ella
conocimos de los feminicidios en Ciudad Juárez, Chihuahua y de las Juntas de
Buen Gobierno a.k.a. “caracoles
zapatistas” en Chiapas. Con ella estudiamos Cien
años de soledad de Gabriel García Márquez y fue ella quien nos explicó la
diferencia entre el “gallo negro” (grandote y traidor) y el “gallo rojo”
(pequeñito y valiente): “porque si
cantará el gallo rojo, otro gallo cantaría…”
Fue ella
quien nos acercó a la obra y el pensamiento de Carlos Fazio, Jorge Turner, Juan
Gelman, Bolívar Echeverría, Adolfo Sánchez Vázquez, Rodolfo Mondolfo y su verum factum, Antonio Pasquali, Noam Chomsky con su
“gramática generativa” y Armand Mattelart. A ella dedicamos esta “reflexión
casi quincenal”, porque forjó nuestro gen académico al permitir desempeñarnos como sus ayudantes en asignaturas por demás estimulantes, como
Teorías de la Comunicación I y II, y esa otra que a ella tanto le gustaba y que
hoy soporta nuestro andar por estas tierras profesionalmente-universitarias:
Comunicación Política.
A las
clases particulares de Filosofía para la Vida hay que agregar nuestro
acercamiento con la perspectiva de género para efectos de la investigación
social, la diferencianción científica, objetiva y definitiva entre los
conceptos de Comunicación e Información, así como el hecho de que fungiera como
sinodal en nuestro examen de licenciatura… “¿Cómo hablar en pasado de alguien
que sigue formando parte de mi presente?”, se preguntó Cristina Romo tras la
muerte de su compañero de vida, el escritor y poeta José Emilio Pacheco.
Nosotros respondemos
que se puede seguir adelante siempre y cuando hablemos en plural, con un
“nosotros incluyente” que permita conjurar al fantasma de la muerte y así
cumplir con la consigna barrial: NO SE
MUERE QUIEN SE VA, SÓLO SE MUERE QUIEN SE OLVIDA. Porque además de INOLVIDABLE, la Maestra Susana pasará a
la historia como una “eminencia en Teorías de la Comunicación (humana)” y como
una de las pocas luchadoras sociales perseguidas por América Latina, que
después de 37 años pudo regresar a morir en su tierra natal.
Tras su
fallecimiento, hemos comprendido que de ahora en adelante, marzo será un mes de
reconciliación con el pasado, con el destino (si es que aún creemos en él), con
los proyectos pendientes, en el mejor de los casos, elegidos por nosotras
mismas. En pocas palabras: el momento oportuno para hacer lo que tenemos que hacer.
Por eso es que, aunque aparentemente el luto duró poco, con la muerte de
la Maestra sucedió una reactivación intelectual que apresta a finiquitar un par
de asuntos pendientes, de una vez y para siempre.
Es por eso
que quisimos documentar y compartir su espíritu de guerrera, así como las
directrices de pensamiento que Giovannini heredó, junto con sus programas
académicos y un nutrido lote de libros. Aunque lo más trascendente es el método
didáctico de enseñanza-aprendizaje que a través de la teoría crítica impulsa la
autogestión (desde uno mismo) como forma de gobierno.
A la Maestra
Susana Rita Becerra Giovannini debemos
la premisa que entiende y estudia a la América Latina como una tierra de Utopía,
explicando a ésta como “el horizonte siempre visto en lontananza, que cada vez
que nos acercamos a él… cambia, se aleja”. De ella también aprendimos que se
puede transformar y entender a la vida misma como un objeto de estudio. Y al
método como la posibilidad del con-saber a.k.a.
conocimiento, que siempre ha de ser entre los otros, nosotros.
En el
homenaje que le celebramos en la UNAM el martes 1º de marzo de 2011 se despidió
citando a otra víctima del exilio forzado, el escritor Augusto Monterroso: “a
los lugares que uno ama, no regresa nunca… porque uno nunca se va”. Y así es querida
Maestra, usted nunca se irá de Ciudad Universitaria.
Verso Cinematográfico:
“Yo me enamoré del viento
Del viento me enamoré
Y como el amor es del viento
En el viento me quedé…”
Historia de un gran
amor (Julio Bracho,1942).
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