miércoles, 9 de abril de 2014

Catorcenal 128: Susana B. Giovannini



Por. La promesa de un nuevo comienzo...

Para “el amor que no se atreve a decir su nombre”:
Aunque yo esté lejos, cuidaré de cerca… tus pasos.


A la Maestra Susana Rita Becerra Giovannini la conocimos hace poco más de 10 años, durante el primer semestre de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación, en la  Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ella, una superviviente a la dictadura argentina de los años 70, impartía la clase “Estado, sistema, poder político y comunicación”; todos esos conceptos desde la perspectiva del materialismo histórico-dialéctico.

Por ella conocimos de los feminicidios en Ciudad Juárez, Chihuahua y de las Juntas de Buen Gobierno a.k.a. “caracoles zapatistas” en Chiapas. Con ella estudiamos Cien años de soledad de Gabriel García Márquez y fue ella quien nos explicó la diferencia entre el “gallo negro” (grandote y traidor) y el “gallo rojo” (pequeñito y valiente): “porque si cantará el gallo rojo, otro gallo cantaría…”

Fue ella quien nos acercó a la obra y el pensamiento de Carlos Fazio, Jorge Turner, Juan Gelman, Bolívar Echeverría, Adolfo Sánchez Vázquez, Rodolfo Mondolfo y su verum factum,  Antonio Pasquali, Noam Chomsky con su “gramática generativa” y Armand Mattelart. A ella dedicamos esta “reflexión casi quincenal”, porque forjó nuestro gen académico al permitir desempeñarnos como sus ayudantes en asignaturas por demás estimulantes, como Teorías de la Comunicación I y II, y esa otra que a ella tanto le gustaba y que hoy soporta nuestro andar por estas tierras profesionalmente-universitarias: Comunicación Política.

A las clases particulares de Filosofía para la Vida hay que agregar nuestro acercamiento con la perspectiva de género para efectos de la investigación social, la diferencianción científica, objetiva y definitiva entre los conceptos de Comunicación e Información, así como el hecho de que fungiera como sinodal en nuestro examen de licenciatura… “¿Cómo hablar en pasado de alguien que sigue formando parte de mi presente?”, se preguntó Cristina Romo tras la muerte de su compañero de vida, el escritor y poeta José Emilio Pacheco.

Nosotros respondemos que se puede seguir adelante siempre y cuando hablemos en plural, con un “nosotros incluyente” que permita conjurar al fantasma de la muerte y así cumplir con la consigna barrial: NO SE MUERE QUIEN SE VA, SÓLO SE MUERE QUIEN SE OLVIDA. Porque además de INOLVIDABLE, la Maestra Susana pasará a la historia como una “eminencia en Teorías de la Comunicación (humana)” y como una de las pocas luchadoras sociales perseguidas por América Latina, que después de 37 años pudo regresar a morir en su tierra natal.

Tras su fallecimiento, hemos comprendido que de ahora en adelante, marzo será un mes de reconciliación con el pasado, con el destino (si es que aún creemos en él), con los proyectos pendientes, en el mejor de los casos, elegidos por nosotras mismas. En pocas palabras: el momento oportuno para hacer lo que tenemos que hacer.  Por eso es que, aunque aparentemente el luto duró poco, con la muerte de la Maestra sucedió una reactivación intelectual que apresta a finiquitar un par de asuntos pendientes, de una vez y para siempre.

Es por eso que quisimos documentar y compartir su espíritu de guerrera, así como las directrices de pensamiento que Giovannini heredó, junto con sus programas académicos y un nutrido lote de libros. Aunque lo más trascendente es el método didáctico de enseñanza-aprendizaje que a través de la teoría crítica impulsa la autogestión (desde uno mismo) como forma de gobierno.

A la Maestra Susana Rita Becerra Giovannini debemos la premisa que entiende y estudia a la América Latina como una tierra de Utopía, explicando a ésta como “el horizonte siempre visto en lontananza, que cada vez que nos acercamos a él… cambia, se aleja”. De ella también aprendimos que se puede transformar y entender a la vida misma como un objeto de estudio. Y al método como la posibilidad del con-saber a.k.a. conocimiento, que siempre ha de ser entre los otros, nosotros.

En el homenaje que le celebramos en la UNAM el martes 1º de marzo de 2011 se despidió citando a otra víctima del exilio forzado, el escritor Augusto Monterroso: “a los lugares que uno ama, no regresa nunca… porque uno nunca se va”. Y así es querida Maestra, usted nunca se irá de Ciudad Universitaria.


Verso Cinematográfico:

“Yo me enamoré del viento
Del viento me enamoré
Y como el amor es del viento
En el viento me quedé…”

Historia de un gran amor (Julio Bracho,1942).





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