Por. Libertad recuperada.
“La
mejor manera de decir, es hacer”.
José Martí.
La primera vez que estuvimos cerca de los abusos policíacos fue durante
la Cumbre de la Organización Mundial de Comercio de Guadalajara, Jalisco en
2004. De aquellas detenciones arbitrarias se responsabilizó al entonces
gobernador, más adelante secretario de gobernación: Francisco Ramírez Acuña
(sobreviviente al puesto, por cierto). Posteriormente -y esto sólo lo conseguimos
revisando “fotografías mentales”- recordamos ese cerco policiaco sobre Paseo de
la Reforma durante las protestas por la PRIvatización del agua, en el marco de
su Foro Mundial en la Ciudad de México en 2006. Ese mismo año surgieron las
imágenes que recuerdan lo desproporcionado de la fuerza en el número de
efectivos para someter a la comunidad de San Salvador Atenco, Estado de México;
así como el despliegue de fuerzas federales en Oaxaca, durante el conflicto
magisterial que después escaló a social.
Sirva este recuento para afirmar que la suma de agravios no puede, ni
debe continuar. Al mismo tiempo, queremos reiterar lo trascendental que resulta
ser testigo presencial de lo que sucede, y en la medida de lo posible rebasar
el discurso mediatizado; obtener “un baño de pueblo” para generar un punto de
vista con criterio, con respecto al por qué de las manifestaciones, la inconformidad
social, y así desarrollar sensibilidad hacia los movimientos sociales. Sobre
todo en estos Estados Unidos Mexicanos, tierra fértil para “teorizar” sobre la
terrible desigualdad, la propiedad PRIvada y los PRIvilegios, dándolos por
hecho y sin cuestionarlos, no como se debería.
Ante los hechos violentos del primero de diciembre, resulta preocupante
el “clamor” de los dueños de los medios mediante sus voceros y personeros, para
apelar al “castigo ejemplar” o “que los hechos no queden impunes”. Son medios
que“mañosamente” desconocen, el ejercicio del derecho de réplica; que una vez
más exigen el uso de la fuerza pública sin explicación sobre las causas de la
inconformidad y el por qué de su manifestación pública constante.
En otros países el disenso se desborda y ocurren asesinatos masivos,
cometidos por supuestos “asesinos solitarios” que no hacen más que evidenciar
la descomposición social que venimos manejando a nivel planeta. Individuos si,
pero incrustados en sociedades cada vez más interconectadas, que lo mismo comparten
la precariedad laboral que la incertidumbre en las expectativas para una vida
de calidad; así como el desarraigo y la inseguridad para quienes no cuentan con
recursos económicos, ni PRIvilegios. Ante tal panorama, insistimos en que uno de los
pendientes históricos de nuestro país –desde donde sea que se le padezca- es
reducir la enorme desigualdad entre quienes siempre lo han tenido todo y
quienes nunca han tenido nada. En esta idea, quienes deben llevar “la voz
cantante” son nuestros pueblos indígenas, habitantes originarios de las tierras
en que sobrevivimos los mestizos. Por ello, urge reivindicar acciones
comunitarias como “el tequio” y “el trueque”, eso permitirá abrir paso a una
dinámica económica diferente, alternativa, si usted le quiere llamar así. Como
en todo, hasta que no lo intentemos -aunque sea un esfuerzo a pequeña escala-
no sabremos si valió la pena.
Independientemente de la “violencia legítima” que algunos teóricos como Hobbes
adjudican al Estado; uno debe tener la capacidad de reaccionar, no con
cobardía, porque no somos esclavos; tampoco con miedo, porque no somos
súbditos. La relación entre quienes dicen gobernarnos y sus ciudadanos tiene
que ser recíproca, dialéctica, “de tú a tú”; sin que ellos miren hacia abajo,
ni los otros hacia arriba. La construcción constante y efectiva de ciudadanía
obliga a una relación horizontal, en que los responsables de los abusos
policíacos, detenciones arbitrarias y desapariciones forzadas rindan cuentas.
Mientras esto no se entienda, continuarán los abusos por parte de la fuerza
pública, seguirán difuminando su responsabilidad “los funcionarios responsables
de las órdenes confusas, que después esconden la mano” (palabras de un
granadero).
Afortunadamente, algunos medios impresos dieron espacio a voces
disidentes que cuestionaban el proceder de los titulares del Gobierno de la
Ciudad y Federal (este último, en transición al momento de las detenciones
arbitrarias durante el operativo fallido en las inmediaciones del Palacio
Legislativo de San Lázaro y el Centro Histórico de la Ciudad de México). Al día
de hoy, sólo 14 de las personas detenidas siguen su proceso judicial en aparente libertad, las autoridades no
descartan ejercer nuevamente acción penal en contra de ellos, incluso han
advertido de posibles detenciones una vez que han identificado rostros y apodos
en diferentes videos.
No obstante, hay que demostrar que no somos los mismos jóvenes
amedrentados mediáticamente por lo ocurrido en el New´s Divine o durante la COP
16 en Cancún, Quintana Roo. La suma de tanto agravio y la denostación mediática
ante lo que en ellos sucede, nos ha llevado a elegir y definir trincheras;
generar nuestros medios, acompañar movimientos, profesionalizarnos en nuestros
oficios, tener lucidez en el análisis de lo que sucede; sobre todo en materia
de medios y otros monopolios. Confiamos en lo que somos: una Historia de posibilidades
que aprendió que lucha es constante, resistir, dirían algunos, “transformar con
lo que se tiene”, dice una Maestra de Córdoba, Argentina.
Permitir que los jóvenes hablen, y que además se les escuche o… ¿cómo
esperaban los sectores PRIvilegiados que reaccionaría la “indignada juventud”
ante las circunstancias electorales de 2012? ¿Usted ha oído hablar de la PRImavera
mexicana? No impotencia, no lamentos, no tristeza, a ver de a cómo nos toca…
Sirva esta reflexión inconclusa para decir que si, nuestra lucha es
resistir. Quizá sea momento de dar ese paso adelante que representa la
rebeldía, ante semejante mar de impunidad, se reciben cometarios y sugerencias:
lacatorcenal@gmail.com
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