Por. Ya no vivo por vivir, ya no vivo…
En memoria de Alberto Aguilera Valadez; por todo y
por tanto.
No recuerdo cuando fue la primera vez que escuché a Jaramar. Lo que
sí recuerdo es en donde leí sobre ella por vez primera. Fue en un artículo
publicado en la revista La mosca en la
pared (en su primera temporada, dirigida por Hugo García Michel). Ahí se daba
cuenta de su calidad vocal a la que se tildaba de “excepcional”.
Eran los años en que “Opción Sónica”
(disquera independiente comandada por Edmundo Navas) editaba y difundía otro
tipo de música, no necesariamente comercial, vamos, ni siquiera “radiable”; debido
a las dinámicas de programación y a la recalcitrante payola que
prevalece en el ambiente radiofónico.
Tiempo después, al concluir una de tantas
conferencias del Festival Iberoamericano de Cultura Musical (Vive Ladino), en
no recuerdo ahora exactamente qué año; fue Chava Rock, el insigne periodista del
oriente de la ciudad especializado en música hecha en nuestro idioma, quien
evidenció dos cosas: Primero, la “ausencia estructural” de las mujeres en la
música en general, “el rock” –cualquier cosa que esto signifique- en
particular… y para efectos de dicho Festival. Al interrogarlo sobre quién (que
no fuera Ely Guerra, Julieta Venegas o Las Ultrasónicas) podría presentarse, su
respuesta fue tajante: Jaramar.
No fue sino hasta el año 2009, gracias a
la curaduría de la “Carpa intolerante” por parte de Discos Intolerancia que
Jaramar Soto (Ciudad de México, 1954) pudo dar muestra de su ENORME talento ante un
festival que se jacta de cultura musical, en un escenario pequeño sí, pero
suficiente para que desde entonces, no perdiéramos detalle respecto qué
sigue haciendo, cómo y por qué lo hace.
Así fue el pasado domingo 28 de agosto, cuando
llegamos por segunda ocasión hasta la Sinagoga Histórica Justo Sierra en el
centro de la Ciudad de México. Esta vez no se trataba de su trabajo con El
Cuarteto Latinoamericano, complementado con el documental que da cuenta del proceso
creativo denominado: “El hilo invisible”. No, esta vez el
espectáculo “Toda mi vida os amé” incluía una selección de canciones sefardíes,
españolas y francesas de la
edad media y el renacimiento.
El escenario no podía ser más bello. El acompañamiento de Alex Fernández Figueroa
(violín) y Luis Javier Ochoa Santana (guitarra) bastó para trasladarnos por
diferentes ambientes sonoros aderezados por la inigualable voz de Jaramar. Una
calidad escénica impecable, semejante a la que ofrecen otras cantantes como
Cecilia Toussaint, Iraida Noriega, Magos Herrera, Sara Valenzuela o la ya fallecida, Rita Guerrero.
El próximo 23, 24
y 25 de septiembre, Jaramar presentará un espectáculo multidisciplinario
titulado “Sueños (un viaje)”, en LARVA (Laboratorio de Artes Variedades) en la
Ciudad de Guadalajara, Jalisco. Su lugar de residencia desde 1978 y desde donde continúa
con su actividad profesional repartida entre su desempeño como cantante y el
trabajo que realiza en el dibujo, la pintura y la escultura.
Personalmente,
nunca he sido partidario del “periodismo de obituarios”, que informa o da cuenta
de la obra de gente muerta, sin posibilidad de
replicar y/o seguir creando. Tengo por consigna al periodismo vivo y
dinámico que entiende a la información como un proceso social que posibilita la
comunicación entre los seres humanos. El tiempo pasa y pronto se cumplirán
nueve años de construir este espacio de interacción virtual, que no deja de rendir
sus frutos. Con esto último, me refiero al
hecho de que las dos últimas ocasiones que hemos podido deleitarnos con
la excepcional calidad vocal de Jaramar, ha sido gracias a que #14Nal se ha
fortalecido como un vínculo de interacción, tal como fue pensando. Ojalá no sea
la última vez…
IMPORTANTE: Las imágenes que aparecen en esta entrega son cortesía de Jaramar y la Sinagoga Histórica Justo Sierra.
Qué lindo y enriquecedor tu texto Guillermo. Felicidades y muchas grx, de verdad.
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