Por. Ahí ya no estoy…
Se cumplen ocho años de hacer un periodismo de otro tipo. No
mejor, ni peor… distinto. Elegimos la música para conjurar (por breves
instantes) el paso el tiempo y así reiterar que somos más de dos y en la pista
de baile imponemos el ritmo. Como vampiros, “primeros en llegar, siempre
últimos en irnos”.
Elegimos el periodismo crítico, para exorcizar demonios y
soltar fantasmas, porque “despierta la
calma… soltando fantasmas”. Así nos
lo enseñó Ali Gua Gua (una vez y para siempre): llega un momento de la vida en que resulta imposible detenerse… ni
siquiera por amor. No obstante, “seguimos
resistiendo porque el mundo tiene cura”.
Son ocho años de escribir una columna como quien lanza una
botella con un mensaje al mar que tal
vez nadie leerá nunca… así “todos los
días, todas las noches”. No vivimos de nuestro pasado porque sabemos que lo
mejor está por venir si-em-pre. Las personas que nos leen son nuestro motor
para impulsarnos, por esta razón, no
seremos quienes se despidan de las y los lectores, ya que son demasiado
importantes… para nosotros.
Tenemos un “corazón
nómada” que en estos ocho años (150 entregas) ha aprendido a amar de otra
manera; porque ya entendimos que tal vez no nos quieran, y aunque venga el
desenfreno y luego otra vez la soledad.
Ya no pretendemos ser veneno, tampoco un “dulce
mal”.
Los ocho años que han transcurrido desde que inició este
proyecto en la redacción del Sistema Nacional de Noticiarios en el Instituto
Mexicano de la Radio, nos han servido también para afianzar esa visión que nos
hacía intuir a México como varios países en uno. Como una especie de turista en nuestra propia matria. ¿Por qué será, ¿a qué se debe? Al hecho
de que, aunque nunca nadie nos advirtió sobre los riesgos que implicaría el
oficio periodístico… eso es bola.
Todavía pensamos como escribimos en “La Semanal” (como se le
solía llamar a esta reflexión) en su edición número ocho: “un ocho acostado es una maravilla, dos algo que
se juntan sin soltarse ni terminar de explotar, una especie de ying yang, que deja en manifiesto la
dualidad de la humanidad, lo masculino y lo femenino como energías equilibradas
al interior de quien redacta. La oscuridad y con ella la posibilidad de que la
luz venga en otro momento del día, lo importante: nunca claudicar”.
A lo largo esta lectura encontró 15 canciones de 2015,
mismas que le permitirán “darle el tiro de gracia” al año que se fue; aunque
también son ocho años de comprender que cuando ya no quede nada, habrá música…
¡Siempre habrá música! Como prueba de ello, le dejamos el que para nosotros fue
el mejor EP del año: “Instrucciones para dejar ir”
de la banda mexicana “De osos”. Y sí, este es el periodismo libre, el que anhelábamos construir
aquella tarde-noche de enero desde una torre de radiodifusoras en el pueblo de
Xoco, en nuestro todavía, Distrito Federal. Descentremos nuestra visión el
mundo a través de la reflexión. Le invitamos a que cuando pueda lo haga y siga así… hasta
que llegue el fin del mundo…
¡Saludos!