Por.
Enfrentar la vida es madurez
En
solidaridad con Guillermo “Ilhuicamina” Rodríguez;
locutor
que gusta de hacer lo que hace, despedido deliberadamente del SNN en el IMER:
Se
sigue adelante porque uno es shingón y porque se tiene que seguir… ¡siempre!
Después de
dos años de no realizar una presentación colectiva, las Burlesquimeras vuelven a la carga en el marco del III Festival
Internacional de Arte Erótico Bataclán 2013. La cita es el próximo
sábado 9 de noviembre en el Cine Erótika (antes Río), ubicado en República de
Cuba número 85, perímetro del Centro Histórico de la Ciudad de México, a partir
de las 9 de la noche.
Ahora bien…
¿por qué y para qué se hace Burlesque? Más aún… ¿por qué dedicar otra entrega
de esta “reflexión casi quincenal” al tema?
Sencillo,
porque el arte de desnudarse en público
sigue vivo y se ha vuelto apremiante. Ante lo adverso de las circunstancias, a
las que hay que hacer frente cotidianamente. El Burlesque se ha tornado una
alternativa consistente ante gobiernos que reprimen, autoridades ilegítimas e
ignorantes que dicen gobernarnos y una sociedad indiferente, indolente, por no
escribir cómplice.
Si
efectivamente, “lo personal es político”, hay que decir que en eso el Burlesque
es más que contundente, porque además de cuestionar el orden imperante, pone en
evidencia la reproducción de estereotipos, lo copiado del mundo que pretende
encasillarnos y cercenar nuestra humanidad; al reducirnos a cifras o “daños
colaterales”, como les llaman los responsables.
Ante lo
desolador de este panorama, el Burlesque viene a subsanar e intentar resarcir
el deterioro de nuestra sociedad, propone divertir sí, y entretener también;
pero sobre todo, pretende mostrar que cualquiera es susceptible de Burlesquear.
Piense en
el instante en que se dispone a bañarse, o antes de dormir, cuando cambia su
ropa del día por la pijama… ¿No se le antoja un desnudo justificado? Imagine entonces la intimidad de un
payasito de fiestas infantiles, un boxeador mediáticamente inflado, que ante un
desempeño decepcionante termina por entrar en estos menesteres, o la soledad de
una monja y su desprendimiento de si, mediante el rompope… Todo eso y mucho
más, en una noche de sábado con Arte Erótico.
Arte en el
que más allá de lo música y el vestuario, lo importante es el show: brillante, glamoroso
y grotesco. En pocas palabras: el amor
que cada quien debe tener por su cuerpo, dado que es único y valioso.
Aunque en
un principio este arte era considerado para público exclusivamente masculino o
de dudosa reputación, hoy ha evolucionado hasta convertirse en un arte de
seducción y desenfado. Inclusive, se dan talleres de Burlesque para hombres y
mujeres que deseen explorar el uso de la seducción con sus parejas.
¿Para qué
acudir a un espectáculo de Burlesque? Para atreverse a cuestionar los
estereotipos de belleza –en los que nadie encaja, pero todo mundo anhela-, para
resquebrajar patrones y cuestionar conductas; para permanecer a contracorriente
y mantenerse a destiempo, para conjurar por un instante “el temor a envejecer”
mientras van cayendo poco a poco cada una de las prendas. Para reivindicar la LIBERTAD ERÓTICA a la que todas y todos
tenemos derecho.
Pronto se
cumplirán siete años de Burlesquimeras y su Academia de Burlesque, en el camino
han quedado lentejuelas, historias, vestuarios, espacios, camerinos, y una que
otra compañera. Pese a ello, el ímpetu por coquetear permanece intacto, así que
no olvide aplaudir para que la ropa ceda ante “el embrujo de la noche”, para
que lejos de asustarnos y dividirnos, el erotismo nos hermane. Acuda para que
no le cuenten y tampoco le platiquen, ya que se cumple un Sexenio Burlesquero, y está arrancando otro; por esta razón es que
sigue vigente lo que se leía hace cuatro años en la invitación al Segundo
Aniversario de estas “Institutrices de Belleza Universal”:
Amo
mi cuerpo, gozo de él, lo comparto contigo, ¿te gusta?, ¿quieres más? Dime que
si, dímelo con un aplauso, haz que poco a poco me deshaga de la ropa, sigue
aplaudiendo que esto es… VIVA BURLESQUE.
Sólo que
esta vez, es en 2013… ¡Cáigale!
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