Por. Nueve años después…
Para la maestra Susana Giovannini
y la cantante Rita Guerrero:
En sus aniversarios
luctuosos…
Parafraseamos
a Ali Gua Gua: ¿Puede el circo salvar al mundo? La pregunta nos vino a la mente
mientras presenciábamos el ensayo general de “O”. Puesta en escena (mezcla de teatro
y clown) que se presenta en El Albergue del Arte (Alberto Zamora número 32, Centro
de Coyoacán) hasta el 29 de abril.
"No me enseñaron a temer.
Sólo me enseñaron a soñar. A soñar con la fuerza de un domador, con la valentía
de un acróbata, con la astucia de los magos, con la rapidez de los caballos,
con la compasión de la carpa. No me enseñaron a temer, sólo me enseñaron a
soñar…"
Lo anterior lo repite varias veces una niña
cirquera luego de quedar huérfana a consecuencia de la guerra, misma que arrasa
con la compañía de la cual formaba parte. “O” aparece como un espectáculo que enarbola
lo bello del arte (en este caso, el circo) para enfrentar el horror de lo bélico:
Aferrándose a lo que hubo antes aunque ya no exista más, evocando los momentos
más significativos que se hayan vivido hasta el momento, apelando a la
filosofía que entiende a la nariz del payaso como la mejor de las máscaras: La
que menos oculta y la que más revela; para obtener las armas necesarias que nos
permitan sobrevivir. Inspirados en el movimiento de una carreta que recuerda la
condición de transhumancia. Misma que hasta hace algún tiempo les permitía a
quienes viven por y para el circo, cambiar su lugar de residencia constantemente,
estableciéndose por poco tiempo en determinado sitio –como también solían hacer
los gitanos-.
Mientras transcurre la puesta en escena, se
recuerda el aroma a palomitas de maíz, los globos, las taquillas con sus luces
y los animales –que hasta hace unos años formaban parte de los actos
circenses-. En su tesis para obtener la licenciatura en Comunicación. “El circo
mexicano: Recuento de una tradición” (2005), Claudia Loera escribió:
“El circo puede
ser considerado un arte. Se entiende así cuando construye una creación que le
demuestra al público, a través de la disciplina física, algo bello, que causa
una sensación estática en el espectador (…) El circo, además, puede ser para
algunos de sus integrantes una metáfora de la vida. El alambrista nos enseña a
mantener el equilibrio para no caer al vacío. A través del juego de los
objetos, el malabarista nos muestra cómo jugar con los problemas que nos
plantea la vida, así también, el domador nos anima a enfrentarnos al enemigo, a
ese que siempre es superior y debemos dominar. Cada disciplina circense es
vista como una metáfora de la vida, pero existe una dentro de todas que encarna
el sueño que siempre ha tenido la humanidad, esa es la del trapecista y el deseo
de antaño, es poder volar”.
A decir del escritor estadunidense, Joseph
Campbell: “Todas las cosas cambian; nada muere, el espíritu ambula de aquí para
allá, y ocupa el marco que le place… porque aquello que una vez existió ya no
es y lo que no era ha llegado a ser. Así, el enorme círculo de movimiento ha girado
una vez más”.
Reconocida con el Premio de la Juventud
(CdMx 2016), la compañía “Idiotas Teatro” se ha dedicado desde 2009 a la
creación de espectáculos cuya propuesta
es retomar la actuación como eje creativo a partir de la experimentación de la
técnica de clown, principalmente. “O” aparece ante nuestros ojos como uno de
los muchos círculos que nos toca presenciar y, en el mejor de los casos…
cerrar.
MasculinidadES
¿A qué nos referimos cuando decimos que
la masculinidad es aprendida? ¿En qué momento y a partir de qué elementos
fuimos conscientes de que somos hombres? ¿Qué estamos dispuestos a hacer o
dejar de hacer, para deconstruirnos como “hombres heteropatriarcalizados” y atrevernos
a vivir nuestras diferentes maneras de ser hombres?
Todas son preguntas sobre las que
dialogaremos en conjunto el próximo jueves 23 de marzo (mes de reconciliación)
en la librería Jaime García Terrés de la UNAM. Ahí sostendremos un diálogo (interno
y externo) con el académico del Colegio de México: Juan Guillermo Figueroa.
La cita es a las 18 horas, la entrada es
libre como el viento, la salida… ya veremos.