Por. Víctimas del cielo…
Para Gabino Guadarrama:
Estés donde estés, hagas lo
que hagas… ¡échale ganas!
Tenía nueve
años cuando mis engendradores se separaron. Tenía nueve años cuando cobré
conciencia del mundo, inmundo… con todo lo que eso implicaba. Aprendí a moverme
por la Ciudad de México en trans-porte público con poco o mucho dinero, más por
obligación o necesidad, que por interés. Entendí, sin querer, que sólo
trabajando se puede comer.
Hoy, nueve años después de haber iniciado
este proyecto, se han escrito 165 columnas distintas, siempre con la firme
convicción de reflexionar. De repente, honestamente, ya no sé qué pensar. Lo
único que MeMantiene firme es la posibilidad de tomar la pluma y en unas líneas
poder aludir a quienes hoy están muertos, pero cuyo legado permanece. También al
amor que se fue, quizá muy cobardemente, o que sencillamente no se permitió
ser… porque dicho sea de paso: la cobardía pudo más que su amor.
Si me lo preguntan directamente, diré que
nunca imaginé que viviría lo suficiente para convertir a este espacio casi
quincenal en lo que es ahora. No lo sé, quizá fue por inmadurez, ímpetu de
juventud o el valorar tan poco un esfuerzo constante, que se enquistó la
posibilidad de perecer antes de CRECER.
Ahora sé que es posible "tirar la toalla" por un momento, sobre todo llegados a un punto en que parece imposible
continuar y tampoco hay humor, ni ganas de dar explicaciones sobre por qué nos
detenemos. Sin que eso signifique renunciar, es sólo que uno aprende a cavilar
al respecto: A darle su tiempo a los momentos y, en el mejor de los casos… espera
que se repitan al menos una vez más. Creyendo, quizá muy ingenuamente, que con
eso se conjura el paso del tiempo, el dolor que provoca la muerte, las
ausencias y/o los vestigios de emoción. Vemos, después de un tiempo, que no
siempre es posible lograrlo, por una o por otra causa, la vida como que se
precipita. Podemos entonces afrontarla así o hacer de cuenta que no sucede
nada.
En #14Nal pensamos que por el contrario,
la situación en general se ha agravado y cada día es más difícil nuestra supervivencia
entre este conjunto de territorios (tan desiguales y contrastantes) que aún
llamamos “México”. Difícil, más no imposible. Es esta convicción lo que anima a
mantener viva esta columna, “idea toral/vertebral”, que sostiene al esqueleto.
Un poco de congruencia entre el decir, el hacer y –lo más importante- el
pensar. Por lo que escribió el doctor Héctor
Domínguez Ruvalcaba en su libro: “Nación
Criminal. Narrativas del Crimen Organizado y el Estado Mexicano” (Paidós,
2015):
Hemos de entender
la producción del saber crítico como el ejercicio de una moral expresada como
el valor de decir la verdad, el bien simbólico social que desafía a las
instancias represoras (…) Lo moral es histórico, lo moral es una disputa
continua más que la reproducción de paradigmas establecidos en un espacio
abstraído de las circunstancias específicas (…) El modelo sartreano de la moral
como respuesta a lo contingente, que Alain Badiou ha interpretado como el plano de lo
específico, es el que, en efecto, parece mantenerse en el quehacer crítico del
campo intelectual mexicano”.
En #14Nal, el ejercicio periodístico se
traduce en teoría y práctica indisociables, un toque peculiar y una dosis de
actitud performativa (que demanda la vida). Eso ha sido desde su origen y eso seguirá siendo esta columna en todo este tiempo. Por lo mismo, esperamos mantener
el contacto, haciendo lo que más nos gusta. No le pedimos mucho a la vida, al
menos nueve años más, así este “proyecto personal” habrá cumplido su mayoría de
edad. Entonces, tal vez, volveré a sincerarme a este nivel… una vez más.