Por. Sucia la conciencia, pero claro el porvenir...
“Quizá
nuestra vida sea antes que nada una búsqueda de nosotros mismos.
Quizá
el sólo hecho de contar nuestra vida o de contar simplemente lo que nos pasó en
el día sea una manera de entender quiénes somos, y las metas que perseguimos.
La
vida es tan ilógica e incomprensible que necesitamos a fuerza darle una
narrativa lógica, capaz de vincular entre si todos los acontecimientos.
Eso
corresponde al deseo de dar sentido a nuestras vidas y a nosotros mismos”.
Antonio
Tabucci
El pasado mes de enero se cumplieron
seis años de trabajar en esta columna que ha circulado a través de internet durante
72 meses, en125 entregas diferentes. A través de ellas, hemos conminado a quienes
las leen para que reflexionen sobre distintos temas. En esta ocasión fue
necesario postergar la entrega para asimilar el duelo por nuestros poetas, y al
mismo tiempo, disfrutar de una “vacación neuronal” que permitiera seguir
escribiendo, sin dolor, ni tristeza.
Durante este primer sexenio, se ha documentado la reforma constitucional
en materia electoral (2007-2008), el “paqueteo informativo” a favor del
Sangriento Des-Peña Miento, la campaña presidencial-mediática en Estados
Unidos, que llevó a la Casa Blanca al primer afro-descendiente. El poder
político-económico y simbólico del duopolio televisivo, los peligros para el
ejercicio profesional del periodismo en el territorio nacional, el regreso radiofónico
de Carmen Aristegui -esta vez en la frecuencia 102.5 de FM-, el boom mediático
de la influenza A-H1N1, los juvenicidios en la colonia Villas de
Salvárcar de Ciudad Juárez, Chihuahua; el New’s
Divine y el Heaven. Un incendio
en la estancia infantil ABC de Hermosillo, Sonora; la docu-ficción televisiva a
través de “Sin senos no hay paraíso” (Colombia 2009-2010), “El clon” (Telemundo
2010), “Las Aparicio” y “El octavo mandamiento” (Argos, 2010-2011). El
surgimiento de las policías comunitarias en la sierra de Cherán, Michoacán; el
movimiento “ocupa Wall Street”, la compra de la elección predemencial durante
2012, los Juegos Olímpicos de Londres, el surgimiento de Wikileaks y la
revelación del espionaje cibernético por parte de Edward Snowden, entre otras
cuestiones…
Son seis años (2008-20014) en que hemos aprendido a sobrevivir al desarraigo
y la soledad. Ahora somos testigos de lo trascendente que resulta construir un
intercambio de correo electrónico sensato y si se puede más inteligente. Teoría
y práctica indisociables, con un toque particular y una dosis de actitud performativa
(que demanda la vida). Eso es Catorcenal, un
esfuerzo informativo que no sustituye a la Comunicación, pero aminora su
ausenCIA. El poder de la palabra, entendida como el último recurso que le queda
a un pueblo “aparentemente” condenado a la miseria, el subdesarrollo, la
violencia cotidiana, la apatía ciudadana y demás monstruos contemporáneos. “Somos
la demostración de que hablar de nuestros temores -incluso con uno mismo en voz
alta –permite exorcizar el dolor, la soledad y abrir la puerta al consuelo”.
#Catorcenal76
Dado que retroceder no es una solución… ¿cómo es que avanzaremos? Mediante
lo que alguna vez respondió Olga Wornat, periodista de nacionalidad argentina,
ante el acoso judicial de Marta Sahagún, “en breve, usted dejará de ser primera dama,
pero yo seguiré siendo periodista toda mi vida”. Así se lo decimos a quienes
dicen gobernarnos y los partidos políticos que los secundan, a las televisoras,
el crimen organizado, los caciques locales y a los enemigos de la libertad de
expresión. De tal suerte, que estos seis años sólo han servido para afianzar el
potencial de un mensaje “regular” a través de internet, que hoy es leído en
diferentes partes del mundo, y en distintas entidades federativas de esta “suma
de abstracciones” reducida a México.
Ahora suscribimos lo que Fátima Fernández Christlieb escribió en la nota
introductoria a su libro clásico Los medios de difusión masiva en México (Juan Pablos Editor, 1982): “Mis alumnos me han hecho caer en la cuenta de que
todavía no puedo hacer mía aquella frase de José Emilio Pacheco (1939-2014) ‘ya
somos aquello contra lo que luchábamos a los veinte años’. Aún comparto con
ellos esas ganas de querer cambiarlo todo y aún me siento fuerte para arriesgar
lo que sea necesario en los años difíciles que están por llegar”.
Aunque siguen vigentes las preguntas formuladas en #Catorcenal31 -¿Qué
debemos a los Partidos Políticos? Mejor dicho, ¿Cuánto nos deben las cúpulas de
los mismos? ¿Cuánto nos deben los líderes sindicales? Líderes que además de
subastarse entre las mafias partidistas, roban elecciones y exterminan la
educación pública y gratuita (por no decir laica y científica) ¿Dónde quedó el
legado de la Revolución de 1910? ¿En la maquila, en una economía petrolizada,
auxiliada del turismo y las remesas a la baja? ¿Hasta dónde se está dispuesto a
llegar cuándo se ha perdido (casi) todo?-, ésta sigue siendo una reflexión
toral, una apuesta por equilibrar lo que hacemos, con lo que pensamos y
decimos. Una ventana de análisis construida con pasión, entendiendo a ésta como llevar
el ahínco un poco más allá, una conciencia que demanda honestidad ante los
errores cometidos.
Efectivamente, el tiempo fluye, pero conmemorar un aniversario (luctuoso,
cívico, cumpleaños, de bodas) permite hacer un alto en el camino para reflexionar
sobre el camino recorrido y -lo más importante-, precisar hacia dónde continuar
avanzando. “Siempre para adelante, ya nunca para atrás, a menos que sea para
tomar impulso”, como rezaba un graffiti en el barrio hace cuatro años. Disculpe
la extensión, pero este primer sexenio ameritaba una amplia reflexión.
#Catorcenal: seis años de cubrir y explicar la complejidad del mundo
contemporáneo. Podríamos tirar la toalla, pero eso no va a suceder, porque como
dijo Juan Gelman (1930-2014): “A partir de cierta edad, uno se da cuenta que
escribir dejó de ser vocación y se transformó en vicio, y lo sabe, conviene
cultivar algún vicio en esta vida”.